Vivímos en una época...

Vivímos en una época donde las palabras ya no tienen tanto impacto. Las palabras son reemplazadas por paisajes de lugares bellos, por fotos de personas que marcan tendencias de cómo ser, cómo vestir, a qué lugares ir, cortes de cabello, qué comer, qué hacer en tus ratos libres, cuál es la vida perfecta, a qué conciertos ir, etc, por memes que miras 7 segundos, te ríes o te enojas y pasas a lo siguiente, un mundo donde ya no hay auténticos vínculos emocionales, todo es tan superfluo y deleznable. Una época en donde estar detrás de una pantalla casi todo el tiempo es lo normal. Por ejemplo, en dos trabajos que tuve, solía llegar antes de la hora de entrada estipulada, por lo que aprovechaba para ponerme a leer ¿y qué fue lo que pasó?, que los jefes se quejaron de que leía fuera del horario laboral, sin embargo aquellos que se la pasaban en su celular, en ningún momento les dijo algo, al final quienes hacen algo "diferente" suelen ser excluídos de la manada.

Dicen que los escritores fracasan cuando las palabras no tocan el corazón de las personas, como cuando no pudieron prevenir una guerra mundial (Donskis&Bauman, 2016),  pero ya no creo sea el caso, he visto libros llenos de tantas ideas impactantes, pero no son tan leídos pues no es mainstream leer de sociología o filosofía, pues deja más dinero leer el monje que vendió su ferrari o fábulas de cómo ser más productivos. Hay que volverse ricos, ¿O no? Quizá vivo en una burbuja por no convivir con nadie y posiblemente todo mundo lea muchos libros, no lo sé. Al menos es mi concepción como persona ermitaña. También sé que hay contreras, lo cual caracteriza a la posmodernidad.

Justo ayer leía respecto a la fábula de las abejas, lo que terminó de romper un poco mi corazón de pollo pues para el filósofo Bernard Mandeville,  quién escribió esto en la época donde estaba de moda el racionalismo y cuyas ideas aún son aplicables, los vicios individuales son los que hacen prosperar a una sociedad, los robos, asesinatos, la lujuria, la envidia y otros, son los motores que hacen que mejore, de lo contrario nos quedaríamos estancados. Esto se puede ver en los trabajos, donde usan la competitividad para explotar mejor a la gente, igual la envidia hace que las personas compren y compren cosas que no son necesarias, si a esto le sumamos las ideas conductistas de la época contemporánea, imagínense cómo están las cosas. La idea en la fábula considero que es acertada, sin embargo el problema es que no han sabido manejar el problema de la desigualdad tan exacerbada en la población, hay demasiados paradigmas y tal parece que seguimos enclaustrados en lo mismo, parece que no se puede concebir algo mejor, no dudaría que existen propuestas que nadie ve, porque no les conviene a muchos y vamos a una catástrofe.

Yo aún creo en la vida sin tanta tecnología, una vida para mí quizá más libre, en no necesitar estar viendo todo el tiempo un celular, en no solo mirar series para salir del aburrimiento, aún creo en la maravilla de caminar y caminar, en pasear en bicicleta, en escuchar como poco a poco empiezo a tocar mejor el violín, en la emoción que me da llegada la noche para leer algo distinto, en contemplar las estrellas, sentir la lluvia tocando mi rostro, soy de esas viejitas que no quiere que todo sea digital, quiere moverse. "La vida es movimiento", Aristóteles.
Quizá todo se trate de reírnos de toda esta obra de teatro, somos animales al fin de cuentas.


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